Mira tu lista de contactos. Ahora dime la verdad. Si te detienen a las 3 de la mañana, ¿a cuántos de ellos puedes llamar?

Te pasas el día repartiendo 'likes' como si fueran caramelos. Comentas con emojis en fotos de gente que apenas conoces. Lanzas tus opiniones a un muro digital y esperas el eco de los que piensan igual que tú.

Eso no es conectar. Es postureo. Es un monólogo a gritos en una sala llena de gente gritando su propio monólogo.

La inteligencia social no es ser el alma de la fiesta. Es saber callarte y escuchar de verdad. Es la habilidad de entender lo que alguien no te está diciendo. Es poder debatir con alguien que piensa lo contrario que tú sin querer matarlo.

Es reconocerte en el otro. Y recordar que antes de ser perfiles, seguimos siendo personas.

En un mundo diseñado para enfrentarnos, para etiquetarnos y para que nos odiemos, la empatía real no es una habilidad blanda.

Es lo que nos mantiene humanos.